Analizando un poco la asistencia de los últimos talleres y retiros que he organizado con Carla, he observado que apenas el 10% de los asistentes son chicos, o lo que es lo mismo, un solo hombre entre cada 8 a 10 mujeres. Me resulta curioso y he querido compartir con vosotros la siguiente reflexión:
Pensé que quizás la barrera era la temática pero… ¿Acaso los chicos no meditamos?¿no hacemos surf?¿no nos gusta viajar?¿no nos interesa el desarrollo personal?. Seguramente, estamos todos de acuerdo en que estos son temas bastante «unisex», pero entonces, ¿cuál es el problema? ¿por qué las mujeres, al contrario que los hombres, están tan dispuestas a probar cosas nuevas, a exponerse y a ahondar en su interior?
En mi cabeza aparecen una larga lista de miedos que los hombres, por lo general, solemos experimentar cuando se trata de hacer algo «fuera de lo normal»:
«Mis amigos se van a reír de mí».
«Voy a parecer menos hombre».
«Puedo aparentar fragilidad».
«Me siento incómodo en esa situación» (Está fuera de la zona de «comfort»).
«Yo puedo solo, no necesito ayuda»
«Puedo descubrir cosas de mí que no me gustan».
Etc.
Tan triste como real. Tendemos a actuar así, nos cuesta exponernos, estamos programados e influenciados para sacar pecho y fingir fortaleza. Y todo esto, (en mi humilde opinión), se esconde bajo la semilla educativa de «los niños no lloran«.
Mostrar afecto, empatía o sensibilidad no se premia en la infancia, o al menos no lo suficiente. Al contrario que ser el que más corre, el más chulito de la clase, el que más goles mete o el que contesta con firmeza a sus padres o profesores.
Hoy en día, a través de las redes sociales todo el mundo es muy sensible, aparentemente. Compartimos frases «profundas» y nos hacemos fotos acariciando al gatito de turno. A mí me gusta llamar a esto disfraces o apariencias, la realidad es muy diferente.
Por mi parte, sigo siendo el raro o «agua fiestas» en mi grupo de amigos por quedarme el fin de semana leyendo o dibujando en vez de salir de copas. Soy «el hierbas» porque medito y practico chi kung. Y soy «el moñas» que sube fotos constantemente con su chica y habla de ella con admiración y cariño.
Obviamente, no creo que yo sea raro o diferente, sino que hago lo que siento sin importar lo que diga la opinión pública.
Y por suerte, las cosas están cambiando. Me alegra que cada vez haya más amigos que me escriban (aunque sea por privado jeje) para que les recomiende un libro, o que me ofrezcan tomar café en vez de una cerveza para que les cuente más sobre esos temas que parecen tan interesantes.
No nos engañemos machos alfa, yo también creí que les gustaría a las chicas por hacerme el fuerte, que sería más exitoso si no mostrase debilidad o que sería más feliz si me acostara con más mujeres. Lo que no sabía, es que si me quitaba esa armadura tan pesada podría AMAR con mayúsculas.
Debo reconocerlo, yo sí que lloro.
Me encanta que se compartan este tipo de mensaje. 😲😍